domingo, 7 de noviembre de 2010

Roberto se ha mudado


Roberto se ha mudado a un piso de cinco habitaciones más el baño y el salón con vistas al estadio olímpico en pleno centro de la ciudad, sólo se ve la luz del flexo y a Roberto trabajando en su próxima publicación, un inventario de coleópteros de la Sierra Oriental. Pissodes validirostris. En el piso de arriba se aloja la familia Morgado, Roberto se cruza con ellos muchas veces en el portal y le cumplimentan con un buenos días cordial y una sonrisa evanescente. Ips sexdentatus.Tiene algo de siniestro la familia Morgado se dice para sí Roberto que cree adivinar algún secreto inconfesable en ese repetido gregarismo, en ese silencio de ascensor, en esas furtivas miradas de complicidad al verse ante un extraño. A Roberto también le resulta algo sórdido el vestir de los Morgado, los cuellos almidonados de los padres, las chorreras en las camisas de los niños, las americanas y zapatos de corte y estilo rancios que recuerdan a la Europa del este de antes de la caída del muro, los jerséis grises de angorina que obedecen al mismo patrón. Hylobius abietis. 
Por defecto en la construcción del edificio que data de los años 50, se establece un fenómeno acústico que le permite a Roberto escuchar con absoluta nitidez todas las conversaciones de la familia Morgado. La familia Morgado nunca discute por el mando del televisor, el padre bendice la mesa antes de empezar a comer.-Dígnate Dios soberano bendecir nuestra comida que confesamos venida de tu bondadosa mano, así sea- Los pequeños quieren repetir los raviolis con tomate, los pequeños rezan sus oraciones antes de acostarse. Roberto escucha sus palabras como la letanía lejana a un dios desconocido y no se concentra en su trabajo. Neodiprion sertifer. Todos los domingos el padre de la familia Morgado lee a su prole un capítulo del antiguo testamento, hoy es el 32 del Deuteronomio.-Mandaré contra ellos los dientes de las fieras. Y el veneno de los reptiles que se arrastran por el polvo. A los que estén fuera los matará la espada, y a los que estén dentro el espanto- Roberto intenta concentrarse mientras mide con un pequeño calibre los élitros de los escarabajos y anota los milímetros con su sheaffer de tinta azul. Roberto escucha cómo la familia Morgado planea el holocausto de los enemigos de Yahve, cómo se reparten los útiles cortantes de la cocina y el padre razona sobre el modo en que deberán descuartizar los cuerpos de los gentiles. Phoracanta semipunctata. A partir de aquí todo sucede en un instante, la inmediatez imposibilita el concurso de cualquier perspectiva, el momento es un todo diseccionado en diferentes planos.
Plano 1.
Sobre la mesa de trabajo queda abandonado el último insecto que aún no ha sido medido.
Plano 2.
La familia Morgado sale al descansillo en un grupo compacto.
Plano 3.
Inmovilizado por el pánico Roberto observa por la mirilla el rellano vacío imaginando a los Morgado acercandose al timbre de su puerta, en los cuchillos reverbera la tenue luz de la escalera, el paro cardio-respiratorio le ayuda a comprender al fin la poderosa y sagrada mecánica del espanto.
Plano 4.
El empleado de bata azul opera sobre la multicopista de una imprenta a la que nadie enviará un trabajo póstumo sobre los coleópteros de la Sierra Oriental. Tomicus destruens.